Autoridades y vecinos recuerdan a las víctimas de los accidentes mineros

Evento institucional que coincide con el aniversario de la tragedia vivida en el pozo María Elena donde perdieron la vida 28 trabajadores

Mazarrón rindió este domingo homenaje a las víctimas de los accidentes mineros. El acto tuvo lugar junto al monumento que se halla en la rotonda de acceso a la Avenida de las Moreras. La alcaldesa de Mazarrón, Alicia Jiménez, abrió un acto al que asistieron miembros de la corporación municipal y representantes de las familias de los fallecidos. La mazarronera Tomasa Ruiz, vecina de La Cañadica, dirigió unas palabras en recuerdo de los mineros que perdieron o vieron lastradas sus vidas por culpa de los accidentes. Una corona de laurel fue depositada junto al monumento en memoria de aquellos mazarroneros.

El acto contó con la interpretación de un conjunto instrumental de la Banda de Música "Maestro Eugenio Calderón". Antonio José Martínez, párroco de San Andrés y San Antonio, también dedicó unas palabras a los presentes.

Este evento quedó incorporado, en el mes de febrero, al calendario de actos institucionales del municipio y se suma a otros como el homenaje a los mazarroneros víctimas en los campos de concentración de Mauthausen, cuyo recuerdo se lleva a cabo cada 6 de diciembre en el Jardín de la Paz de Mazarrón.

28 fallecidos en el accidente del Pozo María Elena

La causa de que el mes de febrero sea la fecha elegida para reivindicar este homenaje hay que buscarla en la que fue la mayor tragedia acaecida en las minas de Mazarrón.

El 16 de febrero de 1893 perdieron la vida 28 mineros en un accidente registrado en el pozo María Elena de la mina Impensada. Fue el más trágico de muchos siniestros ocurridos en los cerros mineros durante el desarrollo de la actividad desarrollada principalmente desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. El accidente del pozo María Elena ocupó páginas de periódicos de tirada nacional e incluso internacional, ya que entre los fallecidos se hallaban ingenieros y responsables mineros de nacionalidad europea, contratados por la compañía que explotaba las minas de Mazarrón.

Las numerosas pérdidas de aquella fecha consternaron a un pueblo que vivía con la amenaza constante de registrar un nuevo accidente. Los siniestros siguieron produciéndose castigando a aquellas familias que tenían como sustento el trabajo en la mina producido, según recogen los cronistas, en situaciones de precariedad laboral. A las muertes en accidentes se les sumó más tarde los fallecimientos por enfermedades derivadas como la silicosis, dolencia pulmonar que afectó a muchos mineros.

Más de un siglo después y 50 años tras el cese de la actividad, vecinos y familiares de quienes perdieron la vida o enfermaron por el trabajo en la mina solicitaron al Ayuntamiento realizar un homenaje que sirviera para recordar a aquellas víctimas.

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